jueves, 22 de enero de 2009

Los agujeros negros llegaron antes que las galaxias

Los agujeros negros -aquellos enormes espacios invisibles que succionan todo lo que los rodea- podrían haber aparecido antes que las galaxias que los albergan, según han anunciado los astrónomos.

El hallazgo podría cambiar el conocimiento actual respecto a cómo se formaron las primeras galaxias y el rol de los agujeros negros en el Universo.

Se cree que la mayoría de las galaxias o todas tienen agujeros negros en su centro.


El mes pasado los astrónomos confirmaron que nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene un agujero negro en su centro.

Los investigadores informaron, durante una reunión de la sociedad astronómica estadounidense en Long Beach, California, que habían visto un vínculo claro entre el tamaño del agujero negro, medido por su masa, y la galaxia en la que se encontraba.

Según los científicos, la masa de un agujero negro es cerca de una milésima parte de la masa de la galaxia que lo rodea.
"Esta proporción constante indica que el agujero negro y la galaxia afectan mutuamente a su crecimiento en cierto tipo de relación interactiva", explicó Dominik Riechers, del Instituto de Tecnología de California, Caltech.

"La gran pregunta ha sido si uno crece antes que el otro o si crecen juntos, manteniendo su proporción de masa a través de todo el proceso", agregó.
Los investigadores utilizaron el telescopio Very Large Array (VLA) en Nuevo México, Estados Unidos, y otros instrumentos para comparar los cercanos y jóvenes agujeros negros con aquellos más lejanos y viejos.

Han logrado calcular cómo eran en su origen, en momentos próximos al Big Bang, hace unos 13.700 de años.
"Finalmente hemos sido capaces de medir las masas de los agujeros negros y las galaxias como eran en los primeros miles de años luego del Big Bang y la evidencia sugiere que la proporción constante observada podría no haberse mantenido en los inicios del universo", dijo Fabian Walter.

"Los agujeros negros en estas galaxias jóvenes son mucho mayores comparados con las galaxias vistas en el universo cercano", dijo a través de un comunicado Walter, del instituto Max-Planck para radioastronomía de Alemania.

Alter añadió que esto significaría que los agujeros negros comenzaron a crecer primero.
Lo que aún no se comprende es cómo el nacimiento de los agujeros negros podría haber afectado a la formación de la galaxia, dijeron los astrónomos en una rueda de prensa y en una conferencia telefónica.





"Para entender cómo el universo llegó a ser cómo es hoy en día, debemos entender cómo se formaron las primeras estrellas y galaxias cuando el universo era joven", dijo Chris Carilli del Observatorio Nacional de Radio Astronomía de Estados Unidos.
La luz emitida por los agujeros negros eclipsa a cualquier estrella alrededor, por lo que es difícil verlas.

"Con los nuevos observatorios que tendremos en los próximos años, tendremos la oportunidad de aprender importantes detalles de cuando el universo era sólo un niño pequeño en comparación al adulto que es hoy", agregó Carilli.


Extraído de El mundo

lunes, 12 de enero de 2009

El cambio climático amenaza los alimentos de la mitad de la población

La Humanidad se enfrenta a una futura crisis de escasez de alimentos según avance el cambio climático. Esta afirmación nace de un análisis de expertos de las universidades estadounidenses de Seattle y Stanford que publica la revista Science.

La investigación, dirigida por David Battisti, asegura que la única manera de enfrentarse al problema sería la de que los agricultores y ganaderos adapten sus cultivos y animales con especies más resistentes al calor, además de nuevos sistemas de riego más eficientes. De otra manera, afirman, la «mitad de la población mundial tendría problemas serios para alimentarse a final de siglo».

Battisti y sus colaboradores han considerado las implicaciones en la agricultura y la ganadería de los resultados de 23 modelos climáticos que contribuyeron a la IV Evaluación del Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático (IPCC) de 2007, sobre las temperaturas proyectadas para 2050 y 2090 durante el verano.

Llegan a la conclusión, con una probabilidad mayor del 90%, de que a finales de este siglo las temperaturas en las épocas de cultivo en los trópicos y subtrópicos excederán las temperaturas estacionales más extremas registradas entre 1900 y el 2006. «En las regiones templadas, las temporadas más calurosas de las que se tiene registro serán la norma en varias regiones», afirman los autores.

Ola de calor

La investigación ha considerado tres ejemplos recientes de calor estacional extremo que provocaron graves problemas agrícolas y su comercialización. En primer lugar, el verano de 2003 en Francia, que afectó a la producción de alimentos y causó más de 52.000 víctimas en Europa Occidental.

El segundo caso ocurrió en el verano de 1972 en Ucrania, ex Unión Soviética, cuando las condiciones de calor y sequía provocaron una importante subida del precio del trigo.

El tercer caso estudiado es la sequía en el Sahel, que ha durado décadas, cuando la escasez de agua y el estrés del calor provocaron que la productividad de los cultivos y del ganado se desplomaran.

Su análisis para el futuro, «según vayan sucediéndose estaciones de cultivo más calurosas y con mayor frecuencia», plantea que el estrés sobre la ganadería y los cultivos «se convertirá en un fenómeno global».

Con la finalidad de contrarrestar las épocas de vacas flacas de unas regiones con los excedentes alimentarios de otras zonas menos castigadas por el cambio climático, «necesitaremos variedades de cultivos tolerantes al calor y la sequía, así como diversos sistemas de irrigación más eficientes que los actuales», señalan los autores.

La afección más intensa sobre las cosechas y el ganado se producirá en las regiones tropicales y subtropicales. Este cinturón ecuatorial, situado entre las latitudes 35º Norte y 35º Sur, es precisamente la más pobre y con mayor crecimiento demográfico, señala Science.

«Esta es una más de las razones de peso para invertir en adaptación al cambio climático. Se tardará décadas en lograr nuevas variedades de semillas para cultivos adaptados a las nuevas condiciones climáticas. Y es preciso comenzar cuanto antes», concluye Battisti, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad del Estado de Washington.

La investigadora de la Universidad de Stanford, Rosamond Naylor, coautora del informe, dirige el programa de seguridad alimentaria frente al calentamiento global.

Tres ejemplos aleccionadores

La experiencia puede enseñar mucho sobre qué ocurrirá si el planeta se calienta entre 2,5ºC y 6,5ºC para finales de este siglo, según los escenarios que maneja el IPCC.
El verano de 1972 fue fulminante para los cultivos cerealistas de Ucrania, entonces la despensa de la Unión Soviética.

La ola de calor de aquel verano provocó una caída drástica de la producción de trigo que colapsó el mercado cerealista mundial durante dos años.
La ola de calor de 2003 en Francia e Italia, además de provocar la muerte de decenas de miles de personas que no pudieron soportar las altas temperaturas durante tantos días seguidos, dejó a la mitad las producciones de trigo y forraje de Italia y Francia.

La sequía que ha afectado al Sahel las últimas tres décadas despertó al mundo con las imágenes del hambre y la desnutrición de millones de personas, gran parte de ellas niños. Los refugiados climáticos nacieron en ésta décadas bajo esas extremas condiciones.

Los expertos que analizan las consecuencias del cambio climático en la alimentación mundial, aseguran que las temperaturas que se esperan en los países tropicales recortarán las producciones de trigo y arroz entre un 20% y un 40%.

Más de 3.000 millones de personas viven en la franja ecuatorial más afectada por el fenómeno y se espera que su población se duplique para 2100. «Serán cientos de millones de personas las que buscarán alimento en otros lugares diferentes de donde hoy lo consiguen», alerta Battisti en su análisis.

Extraído de El Mundo

Un fallo en la carga de las neuronas explica distintas patologías

Un fallo en la carga molecular de las neuronas sería un mecanismo común a la neurodegeneración que sucede en enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica o el párkinson.

Al intentar explicar una extraña enfermedad neurodegenerativa, un equipo internacional de científicos dirigidos por el profesor de la Clínica Mayo (EEUU) Matthew Farrer puede haber encontrado la clave de numerosas patologías neurológicas.
Según su trabajo, publicado ayer en Nature Genetics, un fallo en la carga molecular de las neuronas, provocado por una mutación en una subunidad del complejo dinactina una proteína esencial para el movimiento de la carga molecular, sería un mecanismo común a la neurodegeneración que sucede en enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica o el párkinson.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron a ocho familias de todo el mundo, todas ellas afectadas por el extraño síndrome de Perry, que causa síntomas parecidos al párkinson.

Las mutaciones descubiertas en los participantes implican que la carga molecular de las neuronas se transmite por un sistema -los autores lo comparan con un tren interno- con "fallos esenciales". Este error en el transporte interno de las neuronas puede ser a tenor de los similares síntomas común al resto de enfermedades neurológicas e incluso a alguna psiquiátrica como la depresión mayor.

Aunque ya se sabía que el transporte molecular de las neuronas estaba dañado en muchas de estas patologías, hasta ahora se pensaba que era consecuencia de la enfermedad y no causa.


Extraído de Público